jueves, 28 de marzo de 2013

(IV) GESTIÓN PÚBLICA O PRIVADA DE LOS SERVICIOS SANITARIOS


La gestión privada de la sanidad pública
¿una huida hacia delante?
Por Sergi Jiménez el 10/01/2013

El presente post es el cuarto en la serie sobre gestión pública o privada de servicios sanitarios (enlace al primero, segundo y tercer post). En el mismo Bea incide en el debate de la privatización y sus innumerables aristas.

El actual debate sobre la “privatización” de la sanidad (provisión privada de atención sanitaria a la población cubierta por el aseguramiento público) levanta pasiones, preocupa a la sociedad y divide a los políticos. En los post anteriores se ha argumentado que: a) no debe ser cuestión de ideología, sino de quién consigue mayor eficiencia social; b) no hay soluciones universales, sino óptimos locales; c) las barreras de información, particularmente graves en España, impiden o dificultan las comparaciones; d) la competencia por comparación es muy saludable en un sector como el sanitario en el que los instrumentos de mercado son intrínsecamente limitados; e) la diversidad organizativa puede enriquecer al sistema sanitario, aportando frentes por los que avanzar y referentes de comparación para los centros. En este post profundizamos sobre algunos de los aspectos del debate.

Eficiencia de gestión vs. eficiencia social
¿Los proveedores privados son más eficientes que los públicos? Como se ha expuesto en el primer post, no hay evidencia empírica suficiente ni consistente para comparar su eficiencia de gestión. Mucho menos para comparar su aportación a la eficiencia social.
Entre eficiencia y deficiencia solo cambia una letra, pero de la eficiencia de gestión a la eficiencia social puede mediar un abismo. Y lo que importa es la eficiencia social, porque la atención sanitaria, al fin y al cabo, es solo un medio para conseguir salud, y no un servicio con utilidad intrínseca. Esta obviedad, leit motiv del artículo pionero de Arrow, implica que un hospital no es más eficiente por realizar más cirugías robotizadas con menor coste medio de producción. Si esas intervenciones no son necesarias, no mejoran la salud de los pacientes, o les hacen daño, no aportarán valor. Si un hospital es muy productivo (consultas por minuto) atendiendo a pacientes diabéticos pero éstos podrían controlarse desde otros niveles asistenciales a menor coste con igual resultado, no hay eficiencia social aunque el hospital pueda exhibir una meritoria eficiencia de gestión.

El gasto es solo gasto
En sanidad, muchas veces más es menos. Se ha demostrado sólidamente que las áreas de Estados Unidos donde el gasto sanitario es más alto no tienen mejores resultados de salud. En España, segundo país del mundo en consumo de medicamentos, hay unos 300.000 ingresos hospitalarios al año debidos a problemas relacionados con los medicamentos, la mitad de ellos evitables. Hemos duplicado el gasto sanitario público nominal entre 2002 y 2008. La ejecución de planes de choque para aumentar las infraestructuras sanitarias en las comunidades autónomas transferidas en 2002 y la mejora de condiciones económicas y laborales a los profesionales, debidas en parte a los desajustes entre oferta y demanda provocados a su vez por aquel shock de demanda, contribuyen a explicar ese aumento del gasto.
Pero el gasto es solo gasto. Gracias a la crisis, ha aumentado el porcentaje de PIB destinado al gasto sanitario público. ¿Buena noticia? Puesto que esto se debe a la caída en el denominador, solo un ciego intelectual diría que lo es. Tras esa década prodigiosa de expansión del gasto sanitario público, se imponen las restricciones.

Vías de mejora de la eficiencia social de la sanidad, gestión privada y configuración organizativa
Se puede mejorar la eficiencia social de la sanidad: a) cambiando la función de producción de atención sanitaria a nivel micro, de abajo arriba, revisando procedimientos; b) redefiniendo la cartera de servicios cubiertos por el aseguramiento público con criterios objetivos de coste-efectividad y equidad, mejor si lo hace una agencia independiente, que incluso podría abarcar otras patas del Estado del Bienestar; c) redefiniendo la función de producción macro mediante estrategias de cronicidad y otros rediseños organizativos.
En España, como en otros países, hay un amplio margen de mejora de la eficiencia mediante cambios en la práctica clínica, dejando de hacer procedimientos inútiles, cambiando la forma de hacerlos, o reasignándolos a otros profesionales con menores costes laborales. Esta estrategia de desinversión selectiva, en la que están empeñadas muchas asociaciones y grupos profesionales en otros países, requiere liderazgo profesional.
La medicina moderna ha parcelado la profesión en especialidades y niveles asistenciales, que pueden conseguir eficiencia de gestión externalizando costes hacia otros niveles asistenciales. De ahí que uno de los retos fundamentales del sistema sanitario sea integrar y coordinar la asistencia, atendiendo cada problema en el nivel adecuado. Dado que la mayor morbilidad es por enfermedades crónicas, una estrategia de cronicidad parece razonable para mejorar la efectividad (salud poblacional) y reducir costes.
La cuestión clave es qué tipo de organización de provisión sanitaria facilita más esas vías de mejora. Obviamente, para las estrategias de desinversión selectiva hacen falta profesionales motivados. Revisar el estatus funcionarial de los profesionales sanitarios resulta tan esencial como difícil.
Las fórmulas de financiación –cómo se paga a los centros y a los profesionales- son un elemento clave del diseño del sistema sanitario. En principio, los proveedores integrados financiados por resultados de salud y calidad de la atención (el llamado P4P, Pay For Performance) tenderán a maximizar la salud conseguida, que es el argumento de la función de bienestar social, y no la rentabilidad o la actividad de cada uno de sus centros aisladamente, desentendiéndose de los costes externos –derivaciones innecesarias, por ejemplo- que generan. En este sentido, tiene más lógica la financiación poblacional capitativa a redes integradas de proveedores, ajustando por riesgos comunitarios, que pagar a los hospitales aisladamente por actividad. Es decir, el modelo Alcira en su versión post 2003 parece mejor enfocado a la eficiencia social que la mera privatización a la madrileña de la gestión de los hospitales, aislados del resto de proveedores de atención sanitaria y sociosanitaria.

Déficit público y tensiones en el gasto sanitario. La privatización como huida hacia delante. El corto y el largo plazo
La insuficiencia financiera de la sanidad en España no es nada nuevo. De hecho, una mirada hacia atrás nos muestra un largo recorrido de indisciplina financiera acumuladora de déficits, y cambios de modelo de financiación sanitaria acompañados de inyecciones de fondos estatales para tapar agujeros. La diferencia es que ahora no se puede acumular déficit público. El gobierno de Madrid tiene incentivos para desplazar el déficit fuera de sus presupuestos, privatizando la gestión sanitaria de sus centros con financiación por debajo del coste de producción propia, y tal vez por debajo del coste de producción de los propios hospitales contratantes, bajo el argumento mántrico de que “la privada es mas eficiente”. A corto plazo, se consigue escapar del abismo presupuestario. La cuestión clave es si hay transferencia efectiva de riesgo financiero hacia el sector privado, o el escenario es de captura del regulador y hay que esperar un rescate a medio plazo de esos centros infra-financiados. De hecho, los criterios de EUROSTAT para incluir o excluir de los presupuestos públicos los proyectos de colaboración público-privada se basan en el grado de control y en el riesgo que asume el sector público. En el Reino Unido hay un debate abierto sobre si dejar o no quebrar a los trust sanitarios privados concertados con el NHS que sufren dificultades económicas. En España, desde hace décadas hay antecedentes de hospitales privados rescatados con fórmulas de financiación ad hoc y convenios singulares.

¿Importa con quién se contrata?
Tanto la capacidad de control del asegurador público sobre los proveedores privados con los que concierta como el riesgo que asume a medio plazo están en entredicho por la debilidad institucional de nuestro sistema nacional de salud y los déficits de buen gobierno de la sanidad. Por tanto, la confiabilidad de la otra parte contratante ha pasado a formar parte esencial del debate. El sector sanitario privado en España, a diferencia de otros países, es mayoritariamente lucrativo y, como en el resto del mundo, está concentrándose en redes de proveedores en manos de fondos de capital riesgo, para los que no parece que los incentivos estén bien alineados hacia la eficiencia social de la salud.

(III)GESTION PUBLICA O PRIVADA DE LOS SERVIVIOS SANITARIOS


Los conflictos sanitarios pasan, los daños permanecen.
La conveniente mejora del gobierno y de la organización sanitaria.
Por Sergi Jiménez el 02/01/2013
El presente post es el tercero en la serie sobre gestión pública o privada de servicios sanitarios (enlace al primer y segundo post). El mismo presenta un diagnóstico de la situación y se enumeran algunas orientaciones para su mejora.

 
Buen sistema, pronóstico reservado
Cuando se pretende calificar el sistema sanitario español puede encontrarse un indicador para cualquier posición: desde el liderazgo galáctico en transplantes hasta la muy vergonzante elevada prevalencia de resistencias bacterianas. Pero si se pretende hacer una valoración honesta de su eficacia será fácil coincidir en fijarse en las causas de muerte innecesariamente prematura y sanitariamente evitable, las más sensibles a la actuación sanitaria: Entre 19 países seleccionados de la OCDE según este trabajo publicado en Health Affairs solo Japón y Francia nos superan.
Lamentablemente una buena situación es compatible con un mal pronóstico si el deterioro institucional –bastante evidente – impide que lo socialmente conveniente sea individualmente atractivo para los actores del sistema y si una oferta esclerótica no permite gestionar la utilización (también conocida como morbilidad).
Algunos de los aspectos más indeseables del actual gobierno sanitario (escasa rendición de cuentas, opacidad de funcionamiento y formas peculiares de participación) pueden rastrearse en los orígenes totalitarios de la génesis de nuestro sistema de salud; otros, aunque comparten origen, parecen haberse exacerbado durante la andadura constitucional, especialmente desde la culminación del proceso transferencial en el año 2002.
En la determinación de la eficiencia del gasto sanitario las cantidades de visitas, ingresos, medicaciones…y, muy particularmente su adecuación, tienen mayor importancia que los precios. Salvador Peiró y Ricard Meneu destacaban este hecho en una entrada anterior como, con mucho mayor detalle, en el artículo de Presupuesto y Gasto Público que referían.
¿Qué organización es mejor?
¿Cuál es la mejor forma de establecer quién hace qué, como se evalúa y como se incentiva? En sectores sometidos a competencia, la organización que mayor ventaja competitiva otorga puede inferirse a partir de los resultados observados. En decisiones públicas de política sanitaria, relativas por ejemplo al grado de énfasis a otorgar a la atención primaria o a las formas más adecuadas de gestión directa o indirecta, resulta difícil esperar dictámenes de unos mercados que no existen. Cabe, como siempre, copiar –adaptando- de quienes mejor lo han hecho en gestión pública durante estas dos o tres últimas décadas y tratar de ir aprendiendo por ensayo y error. Ello supone tanto propiciar formas alternativas de organizarse, huir del modelo único (si todos hubiéramos fumado probablemente no sabríamos todavía que el tabaco es un factor de riesgo del cáncer), para poder comparar, ajustando por las variables que las organizaciones evaluadas no controlan.
Los mecanismos de competencia pública y competencia simulada que parten de la separación de la función de financiación y compra de la función de producción y gestión se articulan en España por Ley 15/1997, de 25 de abril, de Habilitación de Nuevas Formas de Gestión del Sistema Nacional de Salud y en 1990 en Cataluña a través de su Ley de Ordenación Sanitaria. De las primeras se huye ahora, reconvirtiendo centros acogidos a esas modalidades en concesiones ajenas a tales diseños. En cuanto a la separación de funciones, incluso en Cataluña tiene todavía mucho componente virtual: El discurso reiterado acerca de la separación entre financiación y producción puede hacer creer que ya se ha producido cuando la realidad ha sido la contraria, la de una mayor integración entre financiación y producción por, primero, una creciente dependencia de la financiación pública, segundo, la incorporación del financiador/planificador a los órganos de gobierno de los centros productores de servicios sanitarios, y, tercero, por la presencia e influencia de los centros productores en los órganos de asesoría y consulta del financiador/planificador.
Indicaciones del incentivo de lucro

El lucro se presenta bajo diversas modalidades siendo el absentismo, el bajo rendimiento, y el escaqueo una de ellas, pero es la titularidad de los derechos de decisión y la apropiación de las rentas residuales la que crea el continuo entre organizaciones radicalmente privadas y organizaciones radicalmente públicas (titularidad pública y no apropiación de rentas residuales). Guillem López, hace ya diez años, dirigió un libro sobre el Interfaz Público-Privado en Sanidad. En uno de sus capítulos se partía de las indicaciones del beneficio (premio a la eficiencia, estímulo de la innovación y el riesgo) para constatar su dominio total de la industria suministradora del sector sanitario pero sus limitaciones claras en otras funciones sanitarias. Un gran mecanismo de incentivación, como los beneficios, ha de ser manejado con extrema precaución aunque se reconozca que el uniformismo imperante resulta injusto y desestimulante. La mayor prevalencia mundial de organizaciones sanitarias sin finalidad lucrativa puede indicar una mejor adaptación a lo que la población espera del cuidado de la salud.
Autonomía responsable y competencia por comparación
Ni Educación ni Sanidad exigen que sus profesionales sean funcionarios. Conviene respetar los derechos adquiridos e ir introduciendo gradualmente formas flexibles de contratación abiertas al mundo y a cargo de tribunales internacionales. En un contexto inglés de hospitales en competencia, con buenas medidas de desempeño, se estudiaron los determinantes de una buena gestión. Los resultados (aquí) indicaron que las mejores prácticas gestoras están asociadas con mejores resultados, incluyendo menor mortalidad tras infarto agudo de miocardio, mejores resultados financieros, mayor satisfacción del personal y puntuaciones más altas por parte de la agencia supervisora de la calidad. La incorporación de una variable instrumental de tipo político permitió establecer causalidad y su sentido: mayor competencia entre hospitales provoca una mejor calidad de la gestión.
No se trata ni de competir en precios (sacrificando las calidades que el usuario no percibe) ni de realizar experimentos a prueba de fallos, por el interés del promotor político en que luzcan bien, sino de ir introduciendo la idea de que los recursos que una organización sanitaria reciba dependerán, de entrada en una mínima parte, de la calidad que ofrezca en relación a sus comparables.
En países como España, con captura regulatoria, nula competencia por comparación y escasa transparencia no es el momento de plantearse, por ejemplo, concesiones que sobre el papel merecerían ser ensayadas…si se dieran condiciones ‘holandesas’. Algunas experiencias de colaboración público-privada denotan una fusión cuasi-peronista entre lo público y lo privado que, sin transparencia, son recibidas con enorme desconfianza por ciudadanos y profesionales. Tal como refería Luis Garicano en un artículo reciente de El País, en relación con la no-reforma del sector eléctrico, el precio de la energía o el rescate del Banco de Valencia. Como dicen Ricard Meneu y Salvador Peiró en su entrada, se trata de buscar desprejuiciadamente las formas de mejorar la eficiencia en todos los centros y reducir la variabilidad arbitraria intrarregional puede ser más importante que el modelo de gestión elegido.
Mejor política para una mejor gestión pública
En las reformas sanitarias tienen importancia equivalente el qué y el cómo, la racionalidad técnica y la legitimidad social, legitimidad que se acrecienta con un buen gobierno, concepto complejo en el que se incluyen, entre otros, la necesidad de transparencia, la rendición de cuentas, la regulación de los conflictos de interés y la profesionalización de las funciones ejecutivas del sistema.
Las soluciones sobre el papel están al alcance de cualquier persona informada. Su implantación requiere el abordaje conjunto de todos los déficits, no solo los presupuestarios o los exteriores, sino también los de legitimidad y transparencia. España tiene un problema con su gestión pública. Y la mejor literatura sobre desarrollo lo corrobora: Será muy difícil mejorar la gestión pública o introducir reformas sanitarias que mejoren de forma apreciable nuestra productividad sin una mejor calidad de la política y de las instituciones que la están condicionando. Esto se facilita con un fomento de la transparencia y el acceso público a las bases de datos de la administración. La Central de Resultados en Cataluña marca un buen precedente.
El sistema sanitario afronta dos grandes retos: lograr su deseabilidad por los importantes grupos de ciudadanos aún desafectos (los que votan con los pies, rehuyendo su cobertura, tanto con financiación privada como con la privilegiada pública con capacidad de elección) y garantizar su solvencia, concepto más relevante que la macerada “sostenibilidad”. Ambas exigen proveedores más autónomos, que permitan el desarrollo de una competencia por comparación y el pago por resultados sobre una base de financiación poblacional, estimuladora de la continuidad asistencial y la integración, real o virtual, entre niveles asistenciales, con el criterio guía de atender cada circunstancia en el lugar y por el profesional con mejor capacidad resolutiva.
Existen muchas formas organizativas intermedias entre las rabiosamente públicas y las rabiosamente privadas, respecto a las cuales la estrategia de radicalismo selectivo, el ensayo y el error, continúan siendo una alternativa más válida que la uniformidad inmovilista inane e indiferente a los cambios sociales.

El mejor gobierno de la empresa pública sanitaria requiere:
• Un grado suficiente de competencia referencial entre productos o servicios.
• Objetivos claros y medidas de eficiencia: central de resultados, central de balances y similares, transparentes, con auditorías a posteriori.
• Presión de los usuarios, que pueden conseguir que las organizaciones sufran los costes de la “no calidad” o, como mínimo, de su componente subjetiva.
• Que ese buen gobierno tenga importancia “económica” para el país, comparable, por ejemplo, a la de la Agencia Tributaria o a la de Instituto Nacional de la Seguridad Social, convertidas en joyas de la Administración durante estos últimos 20 años.
• Separar la función del Estado como propietario de la función del Estado como regulador: la financiación ha de ser competitiva. Existencia de una agencia que represente la propiedad del Estado, que responda ante el parlamento, lo que evita tanto el implicarse en la gestión diaria como la pasividad.
• Consejo de administración profesional, independiente, basado en capacidades.
• Proceso público y meritocrático de contratación de directivos.
 

viernes, 22 de marzo de 2013

EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS....... SI QUIERES

¿EN ESPAÑA ESTAMOS PREPARADOS PARA ESTOS TRUCOS?
¿CÓMO QUEDARIAN LOS VIDEOS CON DOS CHICOS?

http://diariodecuidados.wordpress.com/2013/03/22/super-sexy-reanimacion-cardiopulmonar/#more-968

Obligar a un ciudadano de a pie a visionar un video instructivo sobre Reanimación Cardiopulmonar (RCP, siglas en español) es un tarea ardua y pesada. No cabe duda de que la formación en RCP es fundamental para disminuir las muertes y las lesiones graves por parada cardíaca, sin embargo el visionado de un proceso de reanimación, casi siempre sobre dummies y con un lenguaje demasiado técnico, resulta aburrido para cualquiera ajeno al mundo sanitario. Compresiones, insuflaciones y tiempos de acción se entremezclan y uno acaba por olvidar casi al minuto lo que con tan buena fe acaba de ver.
¿Y si la técnica se explicara de un modo tan atractivo que resultara casi imposible olvidarla? Con toda seguridad, la intención de la marca canadiense de lencería Fort Night no haya sido la de proporcionar los conocimientos básicos para poder realizar una Reanimación Cardiopulmonar (CPR en inglés) o explicar la valiosa maniobra de Heimlich a quienes se deleiten con sus creativos videos. Bajo la excusa de mostrar su sexy lencería, se rodaron dos originales, didácticos y divertidos videos cuyo contenido en materia sanitaria resulta ser no sólo acertado sino totalmente correcto.
http://vimeo.com/11673844

La Reanimación cardiopulmonar básica es el procedimiento de salvamento que se lleva a cabo cuando la respiración o los latidos cardíacos, por determinados motivos, han cesado.
Tal y como explica el video de Fort Night, los pasos a seguir son:
  • Verificar si hay respuesta. Sacudir o pellizcar a la víctima suavemente. Observar si se mueve o hace algún ruido.
  • Si no hay respuesta, pedir ayuda. Llamar al número local de emergencias.
  • Abrir la vía respiratoria. Observar, escuchar y sentir si hay respiración, poniendo el oído cerca de la nariz y boca de la víctima. Observar si hay movimiento del pecho.
Si no está respirando:
  • Cubrir firmemente con la boca del adulto la boca de la víctima.
  • Cerrar la nariz apretando con los dedos.
  • Mantener la barbilla levantada y la cabeza inclinada.
  • Dar 2 insuflaciones boca a boca. Cada insuflación debe tomar alrededor de un segundo y hacer que el pecho se levante.
Realizar compresiones cardíacas:
  • Colocar la base de una mano en el esternón, justo debajo de los pezones.
  • Mantener la otra mano en la frente de la víctima, sosteniendo la cabeza inclinada hacia atrás.
  • Aplicar presión hacia abajo en el pecho de la víctima de tal manera que se comprima entre 1/3 y 1/2 de su profundidad.
  • Realizar 30 compresiones, permitiendo cada vez que el pecho se levante completamente. Estas compresiones deben efectuarse de manera rápida y fuerte sin pausa.
  • Dar 2 insuflaciones más. El pecho debe elevarse.
  • Continuarla RCP (30 compresiones cardíacas, seguidas de dos insuflaciones y luego repetir).

http://vimeo.com/12204236
La maniobra de Heimlich también queda excelentemente retratada en el video. La técnica se utiliza cuando una persona presenta un ahogo súbito por un atragantamiento.

Para poder realizarla, la víctima puede estar de pie o sentada, la persona que la realiza se pondrá de pies y por detrás, abrazando a la víctima a nivel de la cintura.
Colocará una mano plegada como un puño a nivel del abdomen de la víctima, y con la otra mano se agarra la muñeca de la mano anterior. En esta posición es fácil que al realizar presiones intensas en forma de abrazo, la víctima sea levantada en la maniobra, pero es incluso recomendable.
Se deben repetir presiones intensas hasta que el objeto causante del problema sea expulsado por la boca, como el bombón en forma de corazón que sale por la boca de la modelo.
Aunque a priori se puede criticar la banalización de las técnicas sanitarias, debemos tener en cuenta que lo importante es estos casos es acceder al mayor número de personas. Cuántos más visionen este video, más gente tendrá conocimientos básicos en técnicas para asistir a víctimas en casos de primeros auxilios.

Está demostrado que incluir la palabra sexo en cualquier web desencadena un aumento en el número de visitas. Por supuesto que lo ideal sería que la gente se interesara por las maniobras por pura curiosidad e interés en ellas, pero una vez llegado a estos videos casi nadie, tanto hombres como mujeres, se marcha sin contemplarlos hasta el final. Lo importante, al fin y al cabo, es transmitir el mensaje.
Como decía Maquiavelo: “El fin justifica los medios.”


domingo, 17 de marzo de 2013

¡WE CAN! ........ SI QUEREMOS


EL SISTEMA ESPERA.........

LA ENFERMERIA ESPERA  ..........

LOS PACIENTES ESPERAN.........


                                               VIDEO  SORPRESA DE AYUDA PROFESIONAL

                                                haz click

viernes, 8 de marzo de 2013

¿ ¿ ¿QUIEN SALVARÁ LA ENFERMERIA? ? ?

  1. Casi 20.000 enfermeros en paro
  2. Enfermeros especialistas formados, preparados pero sin puesto de trabajo
  3. El retraso de la aprobación definitiva de la prescripción enfermera está generando una situación de intrusismo profesional
  4. Defensa a ultranza del Grado de Enfermería de cuatro años de duración: si hace falta levantaremos a toda la profesión
  5. Euronursing, una solución temporal a la alta tasa de paro enfermero

miércoles, 6 de marzo de 2013

(II)GESTION PUBLICA O PRIVADAS DE LOS SERVICIOS SANITARIOS


Eficiencia en la gestión hospitalaria pública: directa vs privada por concesión

Por Sergi Jiménez el 27/12/2012


El presente post es el segundo en la serie sobre gestión pública o privada de servicios sanitarios (enlace al primer post). El mismo describe una de la pocas evidencias sobre la eficencia relativa de ambas opciones, aplicado al caso de la Comunidad Valenciana.

Decisiones, riesgos y cápitas

La decisión del gobierno de la Comunidad de Madrid de externalizar la gestión de la actividad sanitaria en seis hospitales utilizando el modelo de concesión ha propiciado declaraciones sin cuento. Macbethianamente, declaraciones llenas de ruido y de furia, que no significan nada. Y ello porque la mayoría de afirmaciones sobre la mayor o menor eficiencia del modelo de concesión propugnado se lanzan sin datos que las avalen. La tan esforzadamente lograda (y reiteradamente denunciada) opacidad del conjunto del SNS facilita la algarada, pero restringe la posibilidad de adoptar decisiones informadas. No es que apenas existan datos sobre los “otros” hospitales, es que tampoco se difunden los referidos a hospitales de gestión directa (con excepciones meritorias, como la central de balances y la de resultados en Cataluña). En este comentario intentaremos escapar de esta dinámica explorando algunas evidencias empíricas a partir de las limitadas fuentes de datos disponibles.

Para aproximar el comportamiento de las concesiones frente a los hospitales de gestión directa por la administración (GDA) hemos utilizado los datos correspondientes a la Comunidad Valenciana de un trabajo recientemente aceptado para su publicación en Presupuesto y Gasto Público. Incluye las 23 áreas de salud existentes en la Comunidad Valenciana en 2009, año en que había 19 áreas servidas por 22 hospitales bajo GDA, 2 que venían siendo atendidas por otros tantos hospitales bajo modelo de concesión, y otras 2 áreas que pasaron de gestión directa a concesión durante ese año, por lo que las hemos excluido del análisis.

Desde la perspectiva poblacional –la relevante para el pago capitativo– controlar el gasto hospitalario no pasa (sólo) por reducir el coste unitario de cada hospitalización sino también el número de hospitalizaciones, ya que un aumento de las hospitalizaciones podría disipar los pretendidos ahorros por reducción del coste unitario de cada una de ellas. También importan las decisiones sobre que pacientes derivar a centros de referencia, que repercuten enormemente sobre el gasto hospitalario por habitante, no solo por la particular eficiencia de esos centros, si no especialmente por la mayor complejidad –y mayores costes unitarios- que intrínsecamente incorporan.

Con la información utilizada en esta exploración -resumida en la tabla 1 y el gráfico 1 adjuntos- el titular inicial de que el coste por ingreso en las concesiones es un 18,4% inferior que el de los centros de gestión directa distrae la atención del dato, más relevante por ser el gasto en que realmente se incurre, de que ambos modelos son prácticamente equivalentes en gasto hospitalario per capita. De hecho, en los territorios analizados, el gasto hospitalario total por habitante es un 7,5% mayor (49,1 euros por habitante) en las áreas servidas por concesiones que en las de gestión directa.

Tabla 1. Tasas de ingresos, costes y gasto hospitalario de los Departamentos bajo modelo gestión directa y concesión. Comunidad Valenciana. 2009

Gestión Directa
Concesión
Diferencia
%
Ingresos por 100 habitantes1
9,73
11,84
2,11
21,7%
Coste ingreso (hospital)2
6836,9
5578,0
-1258,9
-18,4%
Coste ingreso (poblacional)1
6769,3
5925,2
-844,1
-12,5%
Gasto habitante poblacional1
658,5
707,6
49,1
7,5%
1Contabilizados en función del departamento de residencia del paciente con independencia del hospital donde ingresó; 2contabilizados en función del hospital donde ingresó el paciente con independencia del departamento de residencia.

Así, si se atiende a los costes por hospitalización es tentador calcular una cápita que incorpore un descuento del orden de la magnitud señalada, un 20%, trasladando a la concesión los riesgos de su logro. Sin embargo esa decisión puede resultar arriesgada si la posibilidad de su consecución resulta remota a la vista del comportamiento global del gasto en que se incurre: menor coste por hospitalización acompañado de una mayor proporción de hospitalizaciones se traduce en mayor gasto hospitalario per cápita.

Puede argüirse que ese sería un problema de la concesión, dada la transferencia de riesgo operada. Lo que quizás sea cierto en el mejor de los mundos posibles, pero poco verosímil en el que habitamos. En el territorio considerado en esta nota ya se produjo un rescate de la primera concesión, que llevó a la rescisión del “modelo Alzira” inicial y su “perfeccionamiento” ampliando su ámbito desde la hospitalización hasta la Atención Primaria y la Salud Mental. Estos días la prensa informa que otra de las concesiones ha solicitado también su “rescate”, bien sea duplicando el periodo de la concesión, ampliando la población a atender o bien incrementando la cápita pactada por la vía de incorporar más servicios a cambio de un nuevo precio, ciertamente, superior.

Figura 1. Gasto hospitalario per cápita y tipo de gestión. Comunidad Valenciana. 2009

domingo, 3 de marzo de 2013

(I)GESTION PUBLICA O PRIVADA DE LOS SERVICIOS SANITARIOS


ELEMENTOS PARA UN DEBATE INFORMADO

http://www.fedeablogs.net/economia/?p=27213
Por Sergi Jiménez el 22/12/2012

conjunto con Juan Oliva -Presidente de la Asociación de Economía de la Salud.

La sanidad es el servicio público sistemáticamente mejor valorado por los ciudadanos (aquí). Dentro del discurso político de los últimos años ha sido un lugar común el referir la calidad de nuestro sistema sanitario aludiendo a sus buenos resultados en salud, a su bajo coste en comparación con lo de otros sistemas de nuestro entorno y a defender (aún cuando no se apuntara amenaza) a sus principios de universidad, solidaridad y equidad.

En realidad, aún siendo la asistencia sanitaria un pilar básico de nuestro Estado del Bienestar, la salud está plurideterminada por múltiples factores, de los cuales la sanidad es un elemento básico, pero no único, por lo cual no conviene olvidar la influencia del clima, la renta, la educación, o las decisiones individuales (hábitos) y colectivas (entornos y elementos institucionales), entre otros factores (aquí). En segundo lugar, el discurso sobre el bajo coste de nuestro sistema es puesto en duda por expertos en el tema (aquí). Es cierto que nuestro gasto, ajustado por renta, es inferior a la media de otros países europeos, pero lo que podría ser cierto respecto a países con sistemas sanitarios de una forma de organización diferente (modelo Seguridad Social como Francia o Alemania), deja de serlo cuando nos comparamos con países con modelos de naturaleza similar al nuestro (tipo Sistema Nacional de Salud: Suecia, Reino Unido o Italia). Es decir, gastamos más o menos lo que corresponde a nuestro nivel de renta. Una tercera cuestión, con la que cerramos esta breve entrada, es que, reconociendo la excelencia del capital humano que trabaja en el sector sanitario y la más que razonable dotación de medios físicos y técnicos e innovaciones en el mismo, desde hace tiempo se habían apuntado tensiones en nuestro sistema sanitario y muchas voces abogaban por abordar reformas sensatas. Cambios largamente retrasados pero que no podían seguir siendo aplazados indefinidamente (aquí) si querían realizarse con calma, dado que la alternativa era afrontarlos con carácter de urgencia cuando la coyuntura económica fuera desfavorable (aquí).

Es útil señalar lo anterior para prevenirnos de discursos extremos en ambos sentidos, como “el sistema sanitario español es el mejor de los sistemas” o “la sanidad pública es fuente de ineficiencias y no es sostenible”.